Rezar juntos, pero también hablar y reír juntos. Intercambiar favores, leer juntos libros bien escritos. Estar juntos bromeando y juntos serios. Estar a veces en desacuerdo para reforzar el acuerdo habitual. Aprender algo unos de otros o enseñarlo los unos a los otros. Echar de menos a los ausentes con pena, acoger a los que llegan con alegría y hacer manifestaciones de este estilo y del otro, chispas del corazón de los que se aman y atraen, expresados en el rostro, en la lengua, en los ojos, en mil gestos de ternura, y cocinar los alimentos del hogar en donde las almas se unan en conjunto y donde varios no sean más que uno.
San Agustín