Dejad que arda una vela el día de vuestra boda. Es un símbolo que alumbra y acompaña.
Después de pasados algunos años debe recordaros lo que hoy
os habéis prometido.
La vela del día de vuestra boda os susurra al oído:
"Lo he visto. Mi llama estaba presente cuando os
cogisteis las manos y regalasteis vuestro corazón.
Soy algo más que una simple vela. Soy un testigo mudo en
la casa de vuestro amor y continuaré viviendo en vuestro hogar.
En los días en que brille el sol no necesitaréis encenderme.
Pero cuando sintáis una gran alegría, cuando un niño esté
en camino o cualquier otra bella estrella brille en el horizonte de vuestras
vidas, encendedme.
Encendedme cuando anochezca, cuando irrumpa en vosotros
una tormenta, cuando surja la primera pelea.
Encendedme cuando haya que dar el primer paso y no sepáis
cómo; cuando sea necesaria una explicación y no encontréis las palabras; cuando
queráis abrazaros y los brazos estén paralizados, encendedme.
Mi luz será para vosotros un signo claro. Habla su propia
idioma, el idioma que todos entendemos.
Soy la vela del día de vuestra boda.
Dejadme arder mientras sea necesario, hasta que los dos
unidos mejilla con mejilla, podáis apagarme.
Entonces os diré agradecida: Hasta la próxima vez".
Phil Bosman